Fotografía: Alejandro Bravo |
Lidia Ceballos
herbolaria, medio ambiente y cultura
por: Samantha Gascón
Al
lado de las fauces de la serpiente que representan la entrada al Cauhcalli,
encontré a Lidia Cevallos, tejiendo tranquilamente sobre bastidor, esperando a
los próximos visitantes para darles la
explicación guiada de la última sala del museo, que es la réplica del templo
monolítico de la zona arqueológica.
Originaria
del barrio de Santa María, Lidia es una mujer que ha destacado en Malinalco por
su gran labor social como promotora ambiental y
cultural, además de preservar amplios conocimientos sobre la herbolaria
tradicional del pueblo.
Su
padre trabajaba de custodio en la zona arqueológica y ahí fue donde pasó una
gran parte de su infancia, jugando con sus hermanos, contando leyendas y
hablando de Malinalxóchitl; por eso es por lo que conserva un cariño muy
especial por el lugar y reconoce su gran valor histórico y cultural.
Lidia
recuerda que cada año se realizaban festividades en la zona arqueológica el 12 de octubre para celebrar el Día de la Raza, cuando las familias
subían a convivir y se organizaban bailes, música, poesía, danzas prehispánicas
y juegos para los niños. Desafortunadamente, esa tradición fue interrumpida
debido a que comenzaron a deteriorarse las construcciones
arqueológicas; sin embargo, ello demuestra que existía entre los habitantes una
verdadera conciencia de su herencia ancestral.
Parte
de esa herencia son las prácticas de medicina tradicional que aún se transmiten
en el pueblo por medio de la tradición oral; Lidia
comenta que todavía es común que las mujeres se reúnan para intercambiar
conocimientos del uso de plantas autóctonas para curar sus padecimientos. Ella
misma conoce e identifica 200 plantas de uso medicinal de la región, de muchas de las cuales conoce el nombre en náhuatl, así como sus
propiedades y su forma de preparación; debido a ello, el Museo Universitario
Dr. Luis Mario Schneider y diversos grupos universitarios la han consultado
como informante para sus investigaciones.
Entre
los ejemplos que nos compartió se encuentra el huachalalaque, que es una
corteza de árbol que se utiliza como cicatrizante; el cuatecomate es un fruto
que posee propiedades curativas para problemas en os bronquios y en los pulmones; y
mencionó el trío de cuachalalate, cuachichinal y
capitaneja como remedios infalibles contra problemas gástricos.
Ser
“ajonjolí de todos los moles” es una cualidad tan peculiar como el hecho de
denominarse a sí misma de esa manera. Haber participado en diversos proyectos locales es simplemente por la determinación que ha tenido para
lograr lo que se propone; y es que, siendo madre de seis hijos y con 50 años de
edad, demostró que era posible terminar de estudiar la secundaria y la
preparatoria abierta.
Desde
cooperativas comunitarias hasta grupos de padres de familia, Lidia se ha
mantenido siempre activa en la labor social de Malinalco.
En el
período, de 1997 a 2001, en el que fungió como regidora de Ecología del
municipio, logró participar en una reforestación para la
que se repartieron alrededor de 10, 000 árboles en las comunidades de
Malinalco, desde San Simón el Alto hasta San Andrés Nicolás Bravo. Con ello
tuvo la oportunidad de conocer cada uno de los poblados que conforman el
municipio e interactuar directamente con su gente; y gracias a
ello pudo darse cuenta de la importancia y los buenos resultados que se
obtienen cuando se realizan proyectos ecologistas en los que se incluye el
trabajo comunitario de las localidades y en los que es posible la participación de familias enteras. En ese proceso, los propios habitantes se
identifican con el proyecto al hacerse parte de él, incrementando así las
posibilidades de su continuidad.
Posteriormente,
con la motivación que le causó el trabajo colectivo, participó en la fundación de la Escuela del Agua, asociación civil que desde hace
cinco años realiza diversos proyectos de conservación, educación ambiental y
limpieza de los ríos.
Lidia
tiene además su lado artístico: hace cuatro años tomó un taller donde aprendió
la técnica de tejido sobre telar de bastidor y en la obra textil que
elabora plasma los simbolismos de Malinalco e imágenes de la vida cotidiana del
pueblo. Sus trabajos se caracterizan por la integración de materiales
orgánicos, como flores, zacate, yute, hojas de maíz, heno y semillas,
generando así diferentes texturas.
Una
forma de llegar a la gente es también a través del arte, por eso fue que,
cuando la invitaron a participar en la puesta en escena de la obra de teatro
“La casa de Bernarda Alba”, Lidia no dudó ni un instante.
Recientemente ha incursionado en el teatro y ahora forma parte de un colectivo
llamado “Teatro Popular de Malinalco”, el cual tiene la finalidad de generar
teatro “hecho por el pueblo y para el pueblo”, es decir, accesible a sus habitantes, promoviéndolo como alternativa de entretenimiento, en lugar de
los triviales contenidos de la televisión. En su papel como Bernarda Alba,
madre católica de cinco hijas solteras, se refleja la realidad que el
dramaturgo español Federico García Lorca trató de transmitir hace más de 70
años y que continúa vigente en nuestros días.
El
mosaico de experiencias tan diverso que nos comparte Lidia Cevallos es sin duda
producto de toda una vida logros alcanzados y retos superados que le han dejado
una sonrisa en el rostro y una amable sabiduría.
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